sábado, 5 de febrero de 2011

PIURA

Piura (fundada como San Miguel de Piura) es una ciudad del norte de la zona occidental del Perú, capital del Departamento de Piura, ubicada en el centro oeste del departamento, en el valle del río Piura, al norte del desierto de Sechura, a 973 km al norte de Lima y próxima a la frontera con el Ecuador.
Conforma junto con Castilla una conurbación de más de 450 mil habitantes, que la ubica entre las ciudades más pobladas del país. Ambas partes de la urbe están unidas por 4 puentes. Entre ellos destacan el puente Bolognesi, el puente Andrés Avelino Cáceres y el puente Sánchez Cerro.  Tiene un excelente estadio de deportes recientemente ampliado en su capacidad y modernizado, e intensa vida cultural y artística, contando con varios museos, pinacotecas, así como con la Orquesta Sinfónica Municipal de Piura y la Orquesta de la Escuela Regional de Música José María Valle Riestra. La Plaza de Armas o Plaza Mayor es una de las más grandes y bellas del país, en la que puede verse la estatua de mármol italiano de Carrara que representa a la libertad como una hermosa mujer tocada con el gorro frigio, más conocida por los piuranos como "La Pola" pues la antecedió la estatua de la la patriota colombiana Policarpa Salavarrieta. A despecho de los varios sitios de esparcimiento y centros comerciales, la ciudad aún transpira placidez que es parte de su encanto admirado por propios y extraños.
Se encuentra intercomunicada con el resto del Perú y el exterior por la carretera Panamericana, por el puerto mayor de Paita, el segundo más importante del país, y a través del Aeropuerto Internacional Capitán FAP Guillermo Concha Iberico. A pocos kilómetros se encuentra Catacaos, distrito metropolitano muy conocido y visitado por su riquísima y variada gastronomía, por su artesanía y por su orfebrería. A menos de una hora están sus playas y balnearios de Yacila y Colán, internacionalmente conocidos al igual que Cabo Blanco, Los Órganos y Máncora, estos últimos muy frecuentados por los surfistas, un poco más al norte, a los que todos los años acuden millares de veraneantes. Al sur oeste y a 25 minutos de encuentran los manglares de San Pedro constituidos en hábitat de conchas de abanico y conchas negras y lugar donde recalan flamencos y otras aves marinas en sus incensantes migraciones. La relación entre Piura con su hinterland es dinámica hacia los cuatro puntos cardinales pues es equidistante de las localidades de Sullana, Paita, Sechura y Chulucanas con un promedio de 50 kilómetros y todos los días se constata el tránsito fluido de personas y mercaderías en buses y toda clase de vehículos automotores que las interconecta a toda hora a través de pistas perfectamente asfaltadas. Próximamente se interconectará directamente con la localidad de Tambogrande a través de carretera asfaltada que tampoco superará los 50 kilómetros.
Sobrenombres
Piura también es conocida como Ciudad de la Hospitalidad porque sus habitantes acogen muy bien a quienes la visitan, y alberga a los que llegan a residir en ella. Se le conoce también como Ciudad del Eterno Sol por su calor y sol radiante del día a día, así como también la Ciudad de los algarrobos por sus bosques secos tropicales de algarrobos que reverdecen en cada temporada de lluvias veraniegas, hermoseando las dilatadas planicies que se cubren de vegetación herbácea deviniendo en sabana arbórea.
Igualmente se le conoce como la Ciudad de los Museos, por sus museos de historia y de arte religioso, de ceramios precolombinos, particularmente de la civilización Vicús, así como pinacotecas de sus personajes ilustres como Ignacio Merino, Luis Montero, Felipe Cossío Del Pomar, y de pintores contemporáneos como Arcadio Boyer.

Historia

Cuentan los cronistas de la Conquista que según los propios tallanes, pobladores prehispánicos de la costa piurana, hubo en tiempos milenarios otros moradores que vencieron al desierto. Eran hombres que “vivían más en la mar que en la tierra”, trasladándose de un lugar a otro en grandes balsas movidas a remo y vela, dedicados a la pesca, que se proveían de agua y vegetales desde lugares lejanos, y que acampaban en medio del desierto para estar protegidos de sus enemigos. Su origen en estas tierras se pierde en la bruma de los tiempos pretéritos pero ya se les encontraba en el siglo VII de nuestra era conforme los vestigios encontrados consistentes en cerámica utilitaria, morteros de piedra y objetos también de piedra utilizados en la guerra. Se extendieron desde Tumbes por el norte hasta Olmos y Morropón por el sur, conforme lo determinó la antropóloga doctora Josefina Ramos de Cox, determinándose que sus vestigios arquitectónicos mayores son los encontrados en Catacaos, en Narihualá y en otras zonas del valle del Bajo Piura.
Al llegar los tallanes a la región, provenientes de la sierra, estos primeros habitantes huyeron hacia el norte para no regresar más pero otros se quedaron asimilándose con los recién llegados. Los tallanes resultaron ser eximios agricultores.
Pero los tallanes no fueron los primeros pobladores. Los antecedieron muchos otros entre los que destacaron los Vicús, conocidos por este nombre pues sus restos fueron hallados en la sexta década del pasado siglo XX en la hacienda del mismo nombre, ubicada cerca de la ciudad de Chulucanas en el valle del Alto Piura. La civilización Vicús floreció hace más de dos mil años y se encontraron gran cantidad de objetos utilitarios de metal, restos funerarios así como se cerámica, muy admirada en los museos por el naturalismo con la que representaban su mundo (actividades cotidianas, flora, fauna), pues sus edificaciones desaparecieron hace mucho tiempo con los innumerables mega Niños acontecidos periódicamente y desde siempre en nuestra región pero se tiene perfecta idea de cómo eran por los ceramios que las representan (casas, palacios, templos). Los últimos estudios científicos en su metalurgia concluyen que por su ubicación geográfica los Vicús constituyeron un centro de intercambio cultural entre el sur del antiguo Perú con el norte hasta la actual Colombia. En la antigua Piura se ubicaron numerosas etnias organizados en clanes que dieron lugar al nacimiento de los pueblos que ahora se conocen, éstos establecían disputas entre ellos para el dominio del territorio y manifestar así su poderío frente a los demás, prevaleciendo los tallanes. Víctor W. Von Hagen estima que los yungas, etnia costeña a la que pertenecían los tallanes, practicaban la monogamia y que solo los dirigentes y quienes tenían muchos medios económicos tenían harenes de mujeres quienes tenían iguales derechos que los hombres y tal es así que a menudo la mujer llegaba a ser jefe de tribu.[9] Estas comunidades que en la costa eran tallanes luego fueron invadidas por los ejércitos incas, que con fiereza los capturaron, destruyendo sus construcciones y objetos, todo esto ocasionó que el dominio inca se impusiera en nuestro departamento pero mayormente en la sierra y no tanto en la costa. Esto se explica por el hecho incontrovertible que los incas eran serranos, oriundos de la zona altoandina.
Los pueblos que habitaban la sierra los ayabacas, huancabambas y los bracamoros.

Imperio Incaico

El Imperio de los Incas, con el Inca Túpac Yupanqui, inició la conquista de la región sometiendo a los Ayahuacas y a los Huancapampas, que habitaban las regiones que forman hoy las provincias de Ayabaca y Huancabamba luego de quebrar su fuerte resistencia. No dejaron mayor huella cultural en la costa pero sí en la sierra pues el Inca construyó fortalezas como la de Chulucanitas y la de Aypate, cuyos restos son motivo de admiración, para vigilar el camino Huancabamba - Ayabaca - Cuenca Quito y ordenó masivos desplazamientos de poblaciones fuera de la región sustituyéndola por los mitimaes o colonizadores.

Conquista

Los conquistadores llegaron a las costas de lo que es hoy el departamento de Tumbes. Sin embargo, después de que Francisco Pizarro vio que Tumbes no era lugar apropiado para establecer su base de operaciones, decidió seguir su viaje al sur en busca del lugar ideal para establecerse. Él encontró este sitio a orillas del río Chira. Allí fundaron la primera ciudad española que se erigió en el Perú, en el sitio de Tangarará, a la que llamaron San Miguel.
Existen diversas versiones sobre los motivos de esa denominación, señalando unos que fue porque se fundó el día de San Miguel, mientras que otros afirman que Pizarro quiso agradecerle un milagro al santo por su intercesión a favor de los españoles en su lucha contra los naturales, o que fue por Fray Miguel de Orenes. Pero así como se discrepa de los orígenes del nombre de la ciudad, también se discute sobre la verdadera fecha de fundación de San Miguel, lo que indujo a la creencia de que la ceremonia de fundación fue celebrada el día en que se celebra la festividad del arcángel. Se impone la versión que fue el día 15 de agosto de 1532 pues es la fiesta de la Virgen de la Asunción en cuyo honor está consagrada la catedral. Es importante señalar también que fue en Piura donde se construyó íntegramente en piedra marina el primer templo cristiano del subcontinente en el más puro estilo arquitectónico castellano, ubicado exactamente en el pueblo pesquero de San Lucas de Colán, a unos cuantos kilómetros del puerto de Paita.

Plaza de Armas de la ciudad.
Todo indica que la fundación aconteció en Agosto, el día 15. En los días previos a la fundación se produjo una rebelión de curacas que pronto fue sofocada y terminó con la muerte de 13 señores de la jurisdicción del curacazgo de La Chira, en el Bajo Chira o Turicarami. La región fue pacificada.[10] Miguel Maticorena, citando al doctor Raúl Porras Barrenechea postuló esta fecha mostrando pruebas contundentes y que después corroboró el doctor José Antonio Del Busto Duthurburu. Pero el único documento que podría servir para determinar la fecha exacta es el acta de la primera fundación de la ciudad que se encuentra perdida.
Dos años después sus habitantes migraron a su segundo asiento en las inmediaciones de la hacienda Monte de los Padres en el valle del Alto Piura, en la margen derecha, en el que la Universidad Politécnica de Madrid conjuntamente con la Universidad de Piura dentro del marco del Programa de Cooperación Científica con Latinoamérica está haciendo estudios pues los cronistas dan cuenta que albergaba a 23 encomenderos, a la par que Trujillo y algo menos que Lima, y sus construcciones tienen altos basamentos de piedra lo que ha permitido esbozar el plano de la ciudad. Permanecieron durante más de cuarenta años en este lugar que era conocido por los naturales como Pirhua o Piura es decir "granero" o "lugar en el que se almacenan granos". Esta fue la ciudad que visitó y describió en su obra "Crónica del Perú" Pedro Cieza de León en 1547, y el Adelantado don Juan Salinas de Loyola hizo lo propio en 1571 estimando que habían más de 100 casas en solares de 180 pies de largo y ancho.
Aproximadamente en 1578, la mayoría de piuranos se trasladaron al tercer asentamiento, esto es al puerto de San Francisco de Buena Esperanza de Paita, mortificados por el clima que molestaba a la población. Pero con la incursión del pirata inglés Cavendish (de enero a mayo de 1587), quien se apoderó de un gran botín (25 libras de plata y 5500 libras de metales finos) y arruinó la ciudad, los pobladores se fueron a vivir a su cuarto y último asentamiento en la cabecera del valle de Catacaos o Bajo Piura, junto a la presa precolombina de Tacalá, reforzada con cal y canto por el virrey Toledo. Entonces la ciudad supo mantenerse en este lugar conocido como asiento del Chilcal, pues encontraron clima saludable, el elemento que la caracterizó siempre, el río Piura que proveía de agua estacional en abundancia, así como excelentes tierras de cultivo, amplias planicies cubiertas de bosques de algarrobos que facilitaban la ganadería y la leña.
Durante la época de la colonia, y en su último asiento, la vida en Piura transcurrió en paz y tranquilidad, llegando a ser puerta y paso obligado desde España hacia Lima, ya que por aquel entonces, el puerto de Paita y La Cruz ofrecía las mejores ventajas para los barcos que venían de la metrópoli. Cada uno de los virreyes ingresaba por mar al Perú por Paita, luego llegaba a Piura, continuando su viaje por tierra a la capital. En la ciudad se erguían las casonas de los propietarios de tierras agrícolas y de estancias, así como las viviendas de los funcionarios y de personas que desarrollaban actividades conexas y de servicios. Se producían los afamados cordobanes, todo tipo de cueros y jabones, en curtiembres y en las denominadas tinas ubicadas en la parte norte de la ciudad, su primera zona industrial, artículos que formaban parte del torrente de exportación e intercambio comercial desde la región hacia el interior del país y hacia Guayaquil, Loja y Cuenca, a los que se aunaban cecina y sebo de la estancia de Tagarará, toyo salado y sal de Colán y Sechura, respectivamente, maíz y trigo de Huancabamba, subproductos de la caña de azúcar de Ayabaca, y algodón de Catacaos.
 
Casas de la época colonial.

Visita de Juan Pablo II

Por primera vez en la historia del país, el Papa Juan Pablo II visitó el Perú. Del día 1 al día 5 de febrero de 1985, Juan Pablo II transitó cerca de ocho mil kilómetros de territorio peruano. Estuvo en los Andes del sur, en la selva tropical y en el cálido desierto norteño. Siete fueron las ciudades del Perú, seleccionadas para tan extraordinario acontecimiento evangelizador: Lima, Arequipa, Cusco, Ayacucho, Piura, Trujillo e Iquitos. sthsrthsgj Piura tuvo el honor de ser visitada por el Papa la calurosa mañana del día 4 de febrero de 1985. El Papa Amigo arribó al mediodía bajo un sofocante calor de 36°C bajo sombra en plena ujartemporada de verano. El campo papal especialmente acondicionado para este acontecimiento rebosaba de millares de católicos de la ciudad y de todos los rincones de la región, incluso de las vecinas Chiclayo y Tumbes, que entusiasmados brindaron apoteóharthjrtsico recibimiento al sumo Pontífice.
Habría llegado a Piura tras el pedido expreso y firmado de 25.000 católicos pertenecientes a la mayoría de parroquias del departamento piurano, pedido gestado infatigablemente por Ricardo Olaechea Ríos. Los piuranos sabían el gran significado de su presencia en estas tierras. Si el Papa fue para Ayacucho la esperanza y el rechazo a la violencia terrorista; para Piura, su sola presencia fue el bálsamo, el consuelo para una sufrida ciudad arrasada entonces por el fenómeno El Niño (1983), asustada por el terrorismo, sufrida por la crisis y pobreza; así como el impulso ante la negligencia y el abandono de algunas de sus autoridades locales y sobre todo las que están en Lima, y la fuerza moral para trabajar en la ansiada rehabilitación departamental.

Población de la ciudad de Piura metropolitana

Según el censo 2007 la ciudad de San Miguel de Piura con sus tres distritos metropolitanos cuentan con una población de 450.363 habitantes. Es la ciudad capital de la región más poblada del país.

Cultura

Piura tiene una intensa vida cultural y artística. Cuenta con varios museos de arte religioso entre los que destaca el de la Iglesia del Carmen, de cerámicas precolombinas, particularmente de la civilización vicús, así como galerías de pinturas de sus personajes ilustres como Ignacio Merino, Luis Montero, Felipe Cossío Del Pomar, Arcadio Boyer, y de pintores contemporáneos como Francisco Mauricio, Russbelt Guerra, Julio Cálle, José Zeta entre otros. La Escuela Regional de Bellas Artes Ignacio Merino Muñoz y la Escuela Regional de Música José María Valle Riestra son semilleros de una pléyade de jóvenes artistas. La Orquesta Sinfónica Municipal es apoyada por el Concejo Provincial de Piura, los empresarios y el público piurano que acude a cada una de sus presentaciones. También instituciones como la Asociación Regional de Artistas Plásticos de Piura ARAP y la Asociación Felipe Cossío del Pomar mantienen vivo el arte.

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